Para comenzar, tenemos que remontarnos muchos años atrás. Pero empecemos por su origen etimológico. La palabra “aceite” proviene del árabe y significa jugo de aceituna. Por su parte, el término “aceituna” es originaria de Egipto, Líbano, Magreb y Siria. Dejando claro que siempre ha estado ligado a los pueblos bañados por el mar Mediterráneo. Pero,¿cómo llegó el aceite de oliva a España?

El oro líquido de los romanos, griegos y fenicios

Así lo denominó hace miles de años Homero, el poeta griego que supo apreciar el valor del ingrediente base de la dieta mediterránea. Y no solo como alimento. En la Grecia antigua, además de ser una de las actividades principales el cultivo de olivos y la extracción de sus frutos. El aceite de oliva se convirtió en un símbolo de triunfo. Por esa razón en los Juegos Olímpicos se cortaban ramas de olivo como trofeo. Aunque también simbolizaba la inmortalidad, y así se representó en monedas e incluso en tumbas.

Pero fue en tiempos del Imperio Romano cuando se vivió la época de esplendor del aceite de oliva. Su popularidad se extendió por toda la cuenca mediterránea hasta llegar a la conocida Hispania.

España: el origen del aceite de oliva de calidad excepcional

En aquella época, España se convirtió muy pronto en la principal fuente de producción de aceite de oliva. Millones de vasijas de aceite se importaban desde la península al resto de regiones del Imperio. Algo que se ha mantenido hasta hoy en día.

¿Sabías que en la actualidad España es el país que produce el 44% del aceite de oliva del mundo?

El AOVE español es reconocido a nivel internacional por su excelente calidad. Como es el caso de La Española DIY, cuyas variedades están elaboradas con las mejores aceitunas. Resultando ser así un regalo perfecto y un placer para los paladares más exigentes.